Introducción:
Mateo.
4:17 Desde entonces, Jesús comenzó a decirles: <<Vuélvanse a Dios, porque
su reino se va a establecer aquí>>.
Este es el método principal de la
proclamación del evangelio. Lo primero que nuestro Señor Jesucristo predico fue:
Vuélvanse a Dios, y quiere decir: arrepiéntanse de sus malas obras, dejen de
hacer lo malo y hagan lo bueno, (mejoren su conducta).
El reino de los cielos es encabezado por
nuestro Señor Jesucristo, con el propósito de establecer su reino sobre la
tierra. Este llamado, lo hace el mismo Dios todopoderoso; de su cumplimiento
depende nuestro bienestar y el bienestar de nuestros hijos; acá en la tierra y
en la eternidad.
Dios siempre hace cosas buenas, para el
bienestar de los seres humanos; y nos ordena, hacer el bien, practicar el amor,
la justicia, y la misericordia.
Mensaje:
Dios nos llama a mejorar nuestra conducta
Desde los tiempos antiguos Dios está
llamando a su pueblo a mejorar la conducta, a que nos alejemos del pecado y que
nos volvamos a él. Jeremías 7:1-3 Este
es el mensaje que Jeremías recibió del Señor: Párate en la puerta del templo
del Señor y desde allí proclama este mensaje: “Escuchen estas palabras del
Señor, todos ustedes habitantes de Judá que entran por estas puertas a adorar
al Señor. Esto dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: Dedíquense a
seguir el camino del bien para que así yo los deje seguir viviendo en este
país.
Dios quiere que formemos parte de su reino;
y nos exige que mejoremos nuestra conducta, porque al mejorar nuestra conducta,
estamos muriendo a nuestra mala manera de vivir, de esa forma nos estamos
preparando para nacer de nuevo practicando el bien; listos para formar parte de
su pueblo escogido.
Por eso debemos: hacer un alto en nuestro
diario vivir y, reflexionar sobre lo que pensamos y hacemos; si estamos
haciendo algo que a Dios no le agrada; debemos arrepentirnos de todo corazón y
venir a sus pies y suplicar su perdón, pero con la decisión de no volverlo a
cometer.
Dios quiere que seamos
fieles en nuestro matrimonio; que no manchemos nuestra mente con malos
pensamientos, que no practiquemos las relaciones sexuales prohibidas, que dejemos
los vicios; Dios ordena que no volvamos a adorar a dioses falsos, que dejemos
la santería, la idolatría. Dios quiere que le reconozcamos como Él es; el único
Dios verdadero, creador de lo que existe, y sólo a él hay que adorar.
Para
mejorar nuestra conducta debemos:
obedecer a Dios en todo; no practicar la
brujería, no odiar a los demás, no pelearnos unos con otros, no ser celosos, no
enojarnos por todo; dejar la gritería, la altanería, la murmuración, las
rencillas y cosas semejantes a estas.
Mejorar
nuestra conducta y volvernos a Dios es:
No ser egoístas, no discutir sin sentido,
no causar divisiones, no ser envidiosos, no emborracharnos para no cometer
locuras; no hacer cosas que perjudiquen a nuestro prójimo, porque esas cosas
las aborrece Dios.
Dios, se complace más, en la obediencia, que,
en las largas oraciones, días de reposo, fiestas solemnes, los holocaustos y sacrificios
que le presentemos.
Muchas personas piensan que mejorar la conducta,
y volverse a Dios, o arrepentirse de sus malas acciones es: Asistir a la
congragación o pertenecer a una iglesia, sin dar importancia a dejar de hacer
lo malo y mejorar su conducta. Esto es beatería, y falsa religiosidad; que nos
convierte en fanáticos, el cual es un cáncer para quien lo practique.
El hogar que ha mejorado su conducta, y pone
en práctica el verdadero amor, practicando la justicia y la misericordia;
encontramos una mujer que trata con cariño y respeto a su esposo, pues sabe que
él es la imagen visible de Dios. En ese hogar el esposo es responsable y lucha
por cumplir con todas sus obligaciones, cuida y ama a su esposa con integridad,
y de todo corazón, reconoce que ella es carne de su carne y huesos de sus
huesos, ella es la imagen de Dios a su lado. Sus hijos e hijas van a seguir su
ejemplo; serán una bendición donde quiera que vayan. Y habrá esperanza para las
futuras generaciones. Esto es que lo que Dios quiere de todos sus hijos e hijas.
Esta es la vida agradable a Dios.
Dios
está cansado
De recibir en su casa, a gente que vive
practicando el pecado; y viene a adorarle, y a traerle ofrendas.
Isaías
1: 11-16 Dios les advierte: “¿Porque me traen tantos animales para presentarlos
en mi altar? ¡Ya estoy harto de esas ofrendas; me da asco ver tanta sangre de
toros carneros y cabritos!
El mismo culto que Dios había ordenado, fue
degradado por su pueblo, y llegó a hacer una abominación a sus ojos; ellos
miraron la ceremonia, en lugar de lo que la ceremonia representaba. (Que es a
nuestro Señor Jesucristo y Él crucificado).
En esa época, la gente no quería mejorar su
conducta; pensaban agradar a Dios, trayéndole sacrificios, por el perdón de sus
pecados, pero no abandonaban el pecado, o su mala conducta.
Hoy en día, vivimos haciendo lo mismo que
hacían nuestros antepasados; queremos agradar a Dios, por medio de nuestros
caprichos; pero no queremos obedecer lo que Dios ha ordenado. (Tenemos en poco,
su sacrificio de la cruz), no nos damos cuenta que estamos pisoteando la sangre
de nuestro Señor Jesucristo, y que esto nos trae consecuencias muy lamentables.
Hermanos
y amigos:
Si deseamos que Dios nos escuche, nos
proteja y bendiga; sólo tenemos que creer en su Hijo, y en el sacrificio que él
hizo en cruz. Escuchar sus consejos y ponerlos en práctica.
12
Yo nunca les he pedido que me traigan esos animales cuando vengan a adorarme;
solo vienen para ensuciar mi templo y burlarse de mí. ¡Váyanse de mi templo!
Dios quiere más que la asistencia corporal
en la congregación; él sabe que nuestros corazones están lejos de él. Dios dice: yo nunca les he pedido
sacrificios, yo deseo adoración de gente que me ame de todo corazón, que
obedezca mis órdenes, que practique el bien; no crean engañarme con vanas
ofrendas, o sacrificios.
Dios dice: ustedes quieren que yo los
perdone, pero quieren seguir pecando. No se burlen de mí. ¡Váyanse de mi templo!,
porque ya están lejos de mi presencia.
13-14
¡Para mí esas ofrendas no tienen ningún valor! ¡Ya no quiero que las traigan! Y
no me ofrezcan incienso porque ya no lo soporto. Tampoco soporto sus reuniones
y fiestas de gente que practica el mal. Sus reuniones me resultan tan molestas
que ya no
las aguanto.
Toda actividad religiosa, que de hecho es
genuina, y dada por Dios, fue despojada de toda significación; por eso llego a
ser odiada por Dios, y llego a ser una abominación. Dios dice que esta disgustado, y molesto, con
la presencia de gente rebelde, que sólo buscan lo que él tiene y no lo que él
es.
Cuando Dios dice que no acepta el incienso,
está diciendo: No acepto sus oraciones, ni sus adoraciones; tampoco me agrada
su presencia en mi templo, estoy cansado de soportar la presencia de gentes que
no creen en mí, y solo practican el mal. Yo amo a los pecadores, pero me repugna
el pecado.
15
Ustedes oran mucho, pero yo aparto mis ojos de ustedes, y aunque hacen muchas
oraciones yo no las escucho, porque están contaminados por el pecado.
Si levantamos las manos y “las extendemos
con un corazón quebrantado, y con arrepentimiento, el Señor no aparta sus ojos
de sus hijos; y acude a nuestro pronto socorro.
16
Dejen de hacer lo malo, dejen de pecar, ¡No quiero ver su maldad!
Universalmente el ser humano se ha manchado
con el pecado. Sólo la sangre de nuestro Señor Jesucristo, nos puede limpiar.
De hecho, esta sangre fue simbolizada por la sangre de animales, pero Israel no
confió, en lo que los sacrificios representaban, sino en la ceremonia misma; y
Dios no la toleró.
Hoy Dios nos está diciendo: hijos míos,
dejen de pecar, dejen de hacer lo malo, no quiero ver su maldad, porque esa
maldad te va a traer muchos males.
17 Y
aprendan a hacer lo que es bueno, ¡Ayuden al maltratado, traten con justicia al
huérfano, y al débil, y defiendan a las viudas y a los necesitados!
Dios nos está diciendo: que practiquemos la
justicia, el amor y la misericordia. Y él será la luz que ilumine nuestros
caminos, será nuestro guía, nuestro escudo y nuestra fortaleza.
Cuando
nuestro señor Jesucristo dice:
Mejoren su conducta, no se refiere al robo,
o a la fornicación solamente; sino a todo lo malo que hacemos. Esto, nos hace perder
nuestra comunión con Dios; deteriorando nuestro carácter y todo nuestro ser.
Hoy
Dios nos dice:
Mateo.
3:8 Demuestren con su conducta que han dejado de pecar.
Dios nos está, diciendo: No crean que les
va a ir muy bien, solo por decir que son cristianos; o pertenecer a una
denominación. Deben demostrarlo con su manera de vivir; y mis bendiciones
vendrán y los alcanzarán. Mateo 7:21 No todos los que dicen que yo soy su Señor
y dueño entraran en el reino de Dios. Eso no es suficiente; antes que nada,
debe obedecer los mandamientos de mi Padre, que está en el cielo.
Ejemplo
de mejorar la conducta:
David, después que el profeta Natán lo
confrontó, por haber cometido adulterio con Betsabé. Y cometido varios pecados.
Se volvió a Dios, muy arrepentido y con los deseos inmensos de no volver a
pecar. Y dijo en el: Salmo 51: 1-19
Después que David, se volvió a Dios, con un
sincero arrepentimiento, por haber pecado. Dios le perdonó todos los pecados. Y
David fue restaurado. Y su reino recuperado.
Hagamos como David, reconozcamos nuestros
pecados, y en un arrepentimiento sincero, busquemos la presencia de Dios, y
luchemos por hacer morir en nuestra vida, todo lo pecaminoso que practicábamos
antes de conocer a nuestro Señor Jesucristo. Y pidámosle al Espíritu Santo que
nos ayude a nacer de nuevo, a una nueva vida, libre de pecado.
Reflexionemos:
¿Verdaderamente nos hemos arrepentido de
las cosas malas que hacíamos, para volvernos a Dios?
¿Hemos cambiado de actitud frente al
pecado? ¿Sí estamos practicando el amor,
la justicia y misericordia?
Recordemos que, si de todo corazón no
abandonamos nuestros malos hábitos, no podemos entrar en el reino de Dios. Y
esto indica que: Nuestras oraciones jamás serán escuchadas por Dios, porque el
pecado nos separa de nuestro Padre celestial.
Conclusión:
Dios quiere formar un pueblo, libre de
contaminación, libre de pecado, apartado del mal; una nación santa y pura. Por
eso debemos morir a nuestra antigua y mala manera de vivir, para nacer como
nuevas criaturas, nacidas por la gracia de Dios. Debemos obedecer sus
mandamientos. Juan 14:15 Ustedes demostraran que me aman si cumplen mis
mandamientos
Dios quiere que respetemos los derechos a
los demás; que practiquemos el amor, la justicia y la misericordia. Si
respetamos los derechos de los demás, estamos cumpliendo las órdenes de Dios y
le estamos mostrando que en realidad lo amamos.
1ª,
de Pedro. 5:10-11 Pero después de que ustedes hayan sufrido por un poco de
tiempo, Dios hará que todo vuelva a estar bien y que ustedes nunca dejen de
confiar en él; les dará fuerzas para que no se desanimen, y hará que siempre
estén seguros de lo que creen. Recuerden que Dios nos ha elegido por medio de
Jesucristo, para que formemos parte de su maravilloso reino. ¡Que Dios reine con poder para siempre! Amén.
Para entrar en una relación con nuestro
Señor Jesucristo, y formar parte de su reino, primeramente, tenemos que poseer
la luz espiritual suficiente y permanecer en ese estado. La menor sombra de
duda destruirá nuestra confianza. Debemos ocupar nuestro lugar definitivamente
como el árbol plantado en el suelo. Debemos tomar esta actitud, y entregarnos
una vez y para siempre, sin reservas, sin volvernos atrás.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario