martes, 6 de septiembre de 2016

LECCIÓN 15 - COMO VENCER LA VIEJA NATURALEZA

Introducción:
Efesios 4:22-24 Por eso, ya no vivan ni se conduzcan como antes, cuando los malos deseos dirigían su manera de vivir. Ustedes deben cambiar completamente su manera de pensar, y ser honestos y santos de verdad, como corresponde a personas que Dios ha vuelto a crear, para ser como él.
En la lección anterior hemos aprendido a vencer a un enemigo de los hijos de Dios, Satanás.
Ahora conoceremos a un segundo enemigo, un enemigo interior, que es nuestra naturaleza humana, que Bíblicamente se llama; la vieja naturaleza. Esta naturaleza está, arraigada a nuestra carne y nos pide cosas que no debemos darle.

Mensaje: como vencer la vieja naturaleza:
Romanos. 7:19-25 En vez de lo bueno que quiero hacer, hago lo malo que no quiero hacer.
Cuando queremos vencer la vieja naturaleza por nuestros propios medios, fracasamos, no importa la fuerza con que lo intentemos; podemos luchar hasta la muerte, y siempre seremos vencidos.
Sólo podemos vencer por medio de nuestro Señor Jesucristo y el sacrificio que él hizo en la cruz. Gá. 2:20- 21 en realidad yo también he muerto en la cruz, junto con Cristo. Y ya no soy yo él vive, sino que es Jesucristo el que vive en mí. Y ahora vivo gracias a mi confianza en el Hijo de Dios, porque él me amó y quiso morir para salvarme. 21 No rechazo el amor de Dios. Porque si él nos aceptara sólo porque obedecemos la ley, entonces de nada serviría que Cristo haya muerto.
Ro. 20 Pero si hago lo que no quiero hacer, en realidad no soy yo quien lo hace, sino el pecado que esta, dentro de mí.
Esto sucede cuando el creyente quiere vivir, fuera del orden prescrito por Dios; el texto nos aclara que el ser humano tiene una simiente pecaminosa; y debemos controlarla. Ro. Caps. 6 y 8 
Cuando la trompeta suene, seremos cambiados y no habrá más naturaleza pecaminosa. Ro. 8:23 Y no sólo sufre la creación, sino que también sufrimos nosotros, los que tenemos al Espíritu Santo, que es el anticipo de todo lo que Dios nos dará después. Mientras esperamos que Dios nos adopte definitivamente como sus hijos, y nos libere de todo, sufrimos en silencio.
V, 21 Me doy cuenta entonces de que, aunque quiero hacer lo bueno, sólo puedo hacer lo malo.
Se refiere a la ley del pecado y de la muerte, (Ro. 8:2) y sólo se puede vencer por la fe en nuestro Señor Jesucristo y en la cruz;
22 En lo más profundo de mi corazón amo la ley de Dios.
(Se refiere al espíritu y el alma del ser humano, ya que se han regenerado) y también se refiere a la ley moral de Dios oculta en los diez mandamientos.

Ro. 23-25 Pero también me sucede otra cosa: hay algo dentro de mí, que lucha contra lo que creo que es bueno. Trato de obedecer la ley de Dios, pero me siento como en una cárcel, donde lo único que puedo hacer es pecar. Sinceramente, deseo obedecer la ley de Dios, pero no puedo dejar de pecar porque mi cuerpo es débil para obedecerla. ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo, que me hace pecar y me separa de Dios? ¡Le doy gracias a Dios, porque sé que Jesucristo me ha librado!
La ley del pecado y de la muerte, desean usar nuestro cuerpo físico como instrumento de injusticia, y usa la ley del deseo y la fuerza de voluntad; esta ley funciona por medio de nuestros miembros y nos lleva como esclavos a la ley del pecado y de la muerte.
Esto le sucede al cristiano más consagrado si no ejerce constantemente la fe en nuestro Señor Jesucristo y en la cruz. Por la cruz, fueron todos los poderes de las tinieblas derrotados. Col. 2:14-15 La ley escrita estaba en contra de nosotros, pero Dios le puso fin por medio de la muerte de Cristo en la cruz, 15 Dios le quitó el poder a los espíritus que tienen autoridad, y por medio de Cristo los humilló delante de todos, al pasearlos como prisioneros en su desfile victorioso.
Esta lucha se debe, a que todos los seres humanos, hemos nacido con la mancha, del pecado de nuestros primeros padres, y nos lleva cautivos a desobedecer a Dios. La vieja naturaleza está arraigada a nuestra carne. Pero ahora siendo hijos de Dios, tenemos que abandonar la naturaleza humana, por medio de la fe en nuestro Señor Jesucristo y en la cruz. Está vieja naturaleza la recibimos al ser engendrados por nuestro padre y concebidos por nuestra madre, y así llegamos a este mundo. Con la mancha del pecado original.
Gran bendición:
Cuando creímos en nuestro Señor Jesucristo de todo corazón, nacimos de nuevo como hijos de Dios; y recibimos la nueva naturaleza, la naturaleza divina, esta naturaleza esta, libre de pecado.
Efesios 4:22-24 Por eso, ya no vivan ni se conduzcan como antes, cuando los malos deseos dirigían su manera de vivir. 23-24 Ustedes deben cambiar completamente su manera de pensar, y ser honestos y santos de verdad, como corresponde a personas que Dios ha vuelto a crear, para ser como él.

Cómo vivir ahora:
Ef. 4:25-27 Por eso, ya no deben mentirse los unos a los otros. Todos nosotros somos miembros de un mismo cuerpo, así que digan siempre la verdad. Si se enojan, no permitan que eso los haga pecar. El enojo no debe durarles todo el día, ni deben darle al diablo oportunidad de tentarlos.
El consejo que nos da el apóstol Pablo es: que luchemos por despojarnos de la vieja naturaleza, porque, está sujeta a los malos deseos de la carne. Que nos revistamos de la nueva naturaleza creada a la voluntad de Dios, en justicia, y santidad de la verdad.
Al nacer de nuevo, recibimos otra naturaleza, que es nada menos, que la vida de nuestro Señor Jesucristo en nosotros. Esta naturaleza se obtiene por fe en nuestro Señor Jesucristo y en la cruz.
Gálatas 2:20 En realidad también yo he muerto en la cruz, junto con Jesucristo. Y ya no soy yo el que vive, sino que es Jesucristo el que vive en mí. Y ahora vivo gracias a mi confianza en el Hijo de Dios, porque él me amó y quiso morir para salvarme.
Dios nos enseña que no podemos agradarlo con nuestra vieja naturaleza; (que está lisiada de pecado) Pero, al nacer de nuevo, (si es que hemos muerto al pecado) recibimos también otra naturaleza, que es nada menos que la vida de nuestro Señor Jesucristo en nosotros.
Conclusión:
Debemos, luchar hasta donde las fuerzas nos lo permitan, por deshacernos de todas las cosas que nos arrastran al pecado. Pero nuestra fuerza radica en depositar toda nuestra confianza en nuestro señor Jesucristo; y, él hará, lo que nosotros no podemos hacer.  Nos dará el triunfo sobre la vieja naturaleza, y seremos libres.
Detectemos las cosas difíciles de dejar, e imploremos a nuestro Señor Jesucristo, para que nos lave, y nos selle con su sangre preciosa y poderosa, y la simiente pecaminosa menguará.
Avivemos nuestra fe en nuestro Señor Jesucristo, y en el sacrificio que él hizo en la cruz; esto nos dará la fuerza del Espíritu Santo para vencer. 

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