Introducción:
Joel
2:12-13 Nuestro Dios nos dice: ¡Arrepiéntanse ahora mismo y cambien su mala
manera de vivir ¡¡Lloren, ayunen y vístanse de luto! ¡Arrepiéntanse y vuélvanse
a mí, pero háganlo de todo corazón, y no solo de palabra! Yo soy tierno y
bondadosos, y no me enojo fácilmente; yo los amo mucho y estoy dispuesto a
perdonarlos.
El ayuno es un acto de humildad, buscando
la presencia de Dios, en el ayuno buscamos una verdadera reconciliación,
comunión e intimidad con nuestro Padre celestial.
Al apartar nuestros ojos de las vanidades
de este mundo, podemos enfocarnos más en conocer a nuestro Señor Jesucristo y
saber cuál es su voluntad para su pueblo.
El ayuno nos ayuda a reflexionar para
cambiar nuestra mala manera de vivir, y nos permite acercarnos más a Dios.
Dios ordenó el ayuno, para ponernos a
cuentas con él. En el ayuno debemos abrir nuestros corazones y mostrarle a Dios
lo que tenemos por dentro, para que él en su infinita misericordia, nos lave,
nos limpie y nos purifique con su preciosa sangre.
En el ayuno nos comprometemos con Dios a
abandonar el pecado, y obedecer sus mandamientos.
Mensaje:
El verdadero ayuno. Isaías. 58:1-12
El
ayuno que no le agrada a Dios: Isaías 58:1-5
1 ¡Grita
a voz en cuello y sin descanso! ¡Levanta la voz como trompeta, y denuncia la
rebelión de mi pueblo! ¡Denuncia el
pecado de la casa de Jacob!
En este versículo, Dios se dirige
directamente a su pueblo. Y comienza enfocado directamente al pecado oculto de
su pueblo. Isaías fue mandado por Dios a redargüir a su pueblo, la orden
especifica es: que no tenga miedo, que le diga a su pueblo muy concretamente,
que está en pecado. Este mensaje poco es aceptado por su pueblo, la comunidad
religiosa na acepta este mensaje. Por eso pocos lo entregan como Dios lo manda.
2
Dicen que me buscan todos los días, y que quieren conocer mis caminos, ¡Como si
fuera gente que practicara la justicia y que nunca hubiera abandonado las
enseñanzas de su Dios! Me piden emitir juicios justos, dicen que quieren
acercarse a mí,
Acá tenemos la representación del pueblo
que honra a Dios con los labios, pero el corazón está muy lejos de Dios. Al
venir a las reuniones, hacer largas oraciones y traer ofrendas, ellos pensaban
que todos los requisitos estaban cumplidos, y que Dios tenía la obligación de
defenderlos de sus enemigos. Pero no sedaban cuenta que su piedad era externa.
3 y
me preguntan: ¿Qué sentido tiene que ayunemos, si no nos haces caso? ¿Para qué
afligir nuestro cuerpo, si tú no te das por enterado?” pero resulta que cuando
ayunan sólo buscan su propia satisfacción, ¡y mientras tanto oprimen a todos
sus trabajadores!
El pueblo estimaba sus observancias
religiosas, como si estuvieran complaciendo a Dios, por eso querían exigirle
que les otorgara sus peticiones
4
Sólo ayunan para estar peleando y discutiendo, y para dar de puñetazos
impunemente. Si quieren que su voz sea escuchada en lo alto, no ayunen como hoy
lo hacen.
Dios proclama muy claro que él no escucha
la oración de gente que practica el mal, ni acepta sus ayunos. Esos esfuerzos
de ayunos y oraciones para merecer que Dios los complazca jamás serán aceptados
por Dios.
5
¿Acaso lo que yo quiero como ayuno es que algún día alguien aflija su cuerpo, y
que incline su cabeza como un junco, y que se acueste sobre el cilicio y la
ceniza? ¿A eso le llaman ayuno y día agradable al Señor?
El Espíritu Santo por medio de Isaías
escudriña profundamente la hipocresía de su pueblo. Por eso hace la pregunta:
¿Es tal el ayuno que yo escogí? No quiero la ostentación exterior, quiero que
lo hagan de todo corazón.
El
ayuno que a Dios le agrada: Isaías 58:6-7
6 El
ayuno que he escogido, ¿no es más bien romper las cadenas de injusticia y
desatar las correas del yugo, poner en libertad a los oprimidos y romper toda
atadura?
Dios le está diciendo a su pueblo y nos
está diciendo, que, si realmente le amamos, le obedeceríamos sus mandamientos,
y practicaríamos el verdadero amor, la justicia y la misericordia.
7
Ayunar es: que compartas tu pan con quién tiene hambre, que recibas en casa a
los pobres vagabundos, que cubras al que veas desnudo, ¡y que no le des la
espalda a tu hermano!
Dios nos está diciendo que él quiere que
vivamos una vida de un ayuno, un ayuno que salga del corazón, diciéndole no a
la carne y si al Espíritu. Que vivamos
una vida que demuestre, que verdaderamente hemos nacido de nuevo, practicando
el amor la justicia y la misericordia.
Recompensas de un ayuno conforme a la
voluntad de Dios: Isaías 58:8-12
8 Si
actúas así, entonces tu luz brillará como el alba, y muy pronto tus heridas
sanarán; tú justicia será tu vanguardia, y la gloria del Señor será tu
retaguardia.
9
<Entonces clamarás, y el Señor te responderá; lo invocarás, u él te dirá:
“Aquí estoy. Si quitas de tu medio el yugo, el dedo amenazador, y el lenguaje
grosero o hueco;
10 y
si compartes tu pan con el hambriento y satisfaces el hambre de los afligidos,
entonces tu luz brillará entre las tinieblas, y la oscuridad que te rodea será
como el medio día.”
11
Entonces yo, el Señor te guiaré siempre, y en tiempos de sequía satisfaré tu sed;
infundiré nuevas fuerzas a tus huesos, y serás como un huerto bien regado, como
un manantial cuyas aguas nunca faltarán.
12
De generación en generación tus descendientes edificaran las ruinas y los
cimientos de antaño, y tú serás conocido como reparador de ruinas y restaurador
de calzadas para transitar.
El ayuno, es parte de un verdadero
arrepentimiento; es un acto de humildad del ser humano pecador, para
reconciliarse con Dios.
El
ayuno contempla dos áreas: física y espiritual.
Física: Privarse voluntariamente de comida; debilitando la carne, para
ceder espacio al espíritu, este ayuno es beneficioso, para el cuerpo, lo deja
descansar, y se desintoxica.
Espiritual: en el ayuno buscamos la presencia de Dios, en una entrega de
humildad, para tener una comunión e intimidad con él, reconociendo su Señorío.
Conclusión:
En el ayuno nos reconciliamos con Dios, y
obtenemos perdón de pecados
Joel.
2.12-13 Por eso, vuélvanse ya al Señor de todo corazón, y con ayuno, lágrimas y
lamentos. Desgárrense el corazón, no los vestidos, y vuélvanse al Señor su
Dios, porque él es misericordioso y clemente, lento para la ira y grande en
misericordia, y le pesa castigar.
Volvernos al Señor, en ayuno es apartarnos
de todo lo malo que nos rodea; examinar nuestra conducta, Reconocer nuestros
pecados, lamentar y sentir dolor por haber ofendido a Dios; arrepentirnos de
todo corazón, suplicando a Dios perdón. Y comprometernos a no volver a
pecar.
Nuestro Señor Jesucristo, cuando inició su
ministerio; lo primero que dijo fue: ¡Arrepiéntanse, porque el reino de los
cielos se ha acercado!
El rey David, después de cometer, un pecado
de adulterio; quiso ocultarlo, de diferentes maneras y su vida y su reino
empezó a caer en desgracia. (Le violaron una hija, le acecinaron un hijo; uno
de sus hijos quiso arrebatarle el reino, y levanto un ejército contra las
fuerzas reales del rey su propio Padre) y cosas mucho más terribles, cada día
le sucedían.
En su angustia, entro en un ayuno y dijo en
el Salmo 51:1-4 Ten compasión de mí, oh
Dios, con forme a tu gran amor; con forme a tu inmensa bondad, borra mis
transgresiones. 2 Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado, 3 Yo reconozco
mis transgresiones; siempre tengo presente mi pecado. 4 Contra ti he pecado
solo contra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos; por eso tu sentencia
es justa, y tu juicio irreprochable. 5 Yo sé que soy malo de nacimiento;
pecador me concibió mi madre. 6 Yo sé que tu ama la verdad en lo íntimo; y en
secreto me has enseñado sabiduría. 7 Purifícame con hisopo y quedaré limpio;
Lávame y quedare más blanco que la nieve. 8 Anúnciame gozo y alegría; infunde gozo
en estos huesos que has quebrantado. 9 Aparto tu rostro de mis pecados y borra
toda mi maldad. 10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza
de mi espíritu. 11 No me alejes de tu presencia ni me quites tu santo Espíritu.
12 Devuélvame la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente me
sostenga. 13 Así enseñare a los transgresores tus caminos, y los pecadores se
volverán a ti. 14 Dios mío Dios de mi salvación, líbrame de derramar sangre, y
mi lengua alabará tu justicia. 15 Abre, Señor, mis labios, y mi boca proclamará
tu alabanza. 16 Tú no te deleitas en los sacrificios ni te complacen los
holocaustos; de lo contrario te los ofrecería. 17 El sacrificio que te agrada
es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias al corazón
quebrantado y arrepentido. 18 En tu buena voluntad, haz que prospere Sión; levanta
los muros de Jerusalén. 19 Entonces te agradarán los sacrificios de Justicia,
los holocaustos del todo quemado, y sobre tu altar se ofrecerán becerros.
Después de este ayuno, el rey David fue restablecido;
y compuso el salmo 32 para testimonio de la misericordia de Dios.
En
un ayuno que agrade a Dios, recibimos, liberación.
Mateo
17:21 Pero éste género no sale sino con
oración y ayuno.
Cuando en el ayuno, buscamos a Dios, con
todo el corazón; Dios a través de su Santo Espíritu, desciende en nosotros y
nos libera de toda opresión demoníaca.
Recibimos
la llenura del espíritu santo.
Hechos.
13: 2-3 Como ellos servían al Señor y ayunaban siempre, el Espíritu Santo dijo:
“Apártenme a Bernabé y a Saulo, porque los he llamado para un importante
trabajo.” 3 Y así, después de que todos ayunaron y oraron, les impusieron las
manos y los despidieron.
Cuando una persona, ayuna y ora
constantemente, el Espíritu Santo les ministra; los prepara, los dota, de todo
lo necesario, para toda buena obra.
Recibimos
la dirección de Dios.
Hch.
10:30-31 Cornelio le dijo: “Hace cuatro
días, como a ésta hora, es decir, a las tres de la tarde, yo estaba orando en
mi casa. De pronto, vi que delante de mí estaba un varón vestido con ropas
resplandecientes. 31 Ese varón me dijo: “Cornelio, Dios ha escuchado tus
oraciones, y la ayuda que has dado a otros la ha recibido como ofrenda.
44
Mientras Pedro les hablaba así, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que lo
escuchaban. 45 Los judíos circuncidados que habían acompañado a Pedro estaban
atónitos de que también los no judíos recibieran el don del Espíritu Santo, 46
Pues los oían hablar en lenguas y magnificar a Dios.
Recibimos
poder y autoridad.
Hechos.
1:4-5 Mientras estaban juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino
que les dijo: “Esperen la promesa del Padre, la cual ustedes oyeron de mí. 5
Como saben, Juan bautizo con agua, pero dentro de algunos días ustedes serán
bautizados con el Espíritu Santo.
Recibimos
la guía del espíritu santo.
Lucas.
24: 49 Yo voy a enviar sobre ustedes la promesa de mi Padre; pero ustedes,
quédense en la ciudad de Jerusalén hasta que desde lo alto sean investidos de
poder.
El
día de pentecostés todos estaban en ayuno pidiendo a Dios, la promesa dada por
él y de repente se escuchó como un estruendo sobre la casa donde estaban y
todos fueron llenos del Espíritu Santo.
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